Dentro de las causas primarias del inicio del conflicto social y armado colombiano son la consecuencia de una profunda pobreza y exclusión dentro de las comunidades campesinas. El desarrollo del proyecto de los grandes propietarios del país con el apoyo de la acción de otros poderes dominantes por medio de la invención y posterior utilización de programas y políticas que favorecen los intereses de éstos, han dejado como resultado una profunda desigualdad en la distribución de la riqueza acompañada de un proceso de fuerte concentración de la propiedad de la tierra en Colombia.
Desde “[…] el siglo XIX se presentaron importantes conflictos entre campesinos y latifundistas alrededor de la estructura agraria del país y de la apropiación de las tierras, cuyo espectro estuvo presente en casi todas las guerras civiles que azotaron a la joven república. Aquellos tuvieron como eje la disputa por la propiedad de los baldíos y de las tierras pertenecientes a las corporaciones religiosas.”[1]
Posteriormente, el desarrollo a mediados del siglo XX de diversos movimientos de resistencia campesina en defensa y lucha por la tierra ante el embate de grandes terratenientes, ganaderos, agroexportadores, empresarios, multinacionales, transnacionales, y en general de las elites políticas y económicas; fueron fuertemente estigmatizados y oprimidos por parte del Estado con el fin de lograr el control de las tierras productivas y de los recursos naturales proclives a explotación que generaran una acumulación de riqueza.
La respuesta en algunos de estos casos ante el desplazamiento forzado de los territorios y la aniquilación sistemática de las poblaciones campesinas, fue el surgimiento de movimientos de resistencia armada que buscaban protegerse ante el ataque de los grandes intereses de las clases dominantes nacionales en cabeza del Estado colombiano.
[1] Perry Rubio, Santiago. (1994). Las luchas campesinas en Colombia. En Ministerio de Agricultura (Ed.), El agro y la cuestión social. Bogotá, Colombia: T.M. Editores. Página 230.