Globalización especulativa y crisis del sector agropecuario.

El proceso de desarrollo del sistema capitalista bajo el modelo neoliberal ha propiciado la apertura de las economías nacionales e internacionales al mercado financiero y de bienes mundial. En el caso colombiano, desde mediados del siglo XX y especialmente durante el siglo XXI, el campesinado nacional ha tenido que enfrentarse a la competencia internacional en la producción agropecuaria, como resistir al proceso de apropiación y concentración de la tierra y recursos naturales para el desarrollo del proceso agroindustrial y extractivo de las grandes economías mundiales.

Según Mondragón, “Currie sabía que llegaría el momento en que la alta productividad agrícola y pecuaria de Estados Unidos y de Europa enfrentaría a nuestras economías campesinas, de modo que el resultado de la globalización era previsible. El campesinado ya no enfrenta sólo ni principalmente a la “vía terrateniente”, sino especialmente al capital transnacional y su modelo de globalización, que necesita “limpiar” el territorio de gente ineficiente o sobrante y lo está tratando de hacer mediante la guerra. Pareciera que ahora si llegó la hora del rompimiento con la economía campesina. La apertura económica, la nueva violencia con la gran masa de desplazados, así parecen enunciarlo. No solo hay desplazados porque hay guerra, sino especialmente hay guerra para que haya desplazados”.[1]

Entonces, lo que vive el campesinado colombiano hoy en día es la lucha con el poder ganadero, terrateniente y agroexportador nacional; aunado a la disputa contra el proceso agroindustrial transnacional que convierte a las economías del primer mundo en proveedoras de materias primas para el desarrollo del proceso productivo en las principales economías globales.

Es allí donde se presenta un proceso de crisis del sector agropecuario nacional que ante la imposición de políticas por parte del Estado estructuradas desde intereses transnacionales, se le obliga al campesinado a dejar de lado la producción que garantiza la seguridad y soberanía alimentaria nacional para dedicarse a un proceso de producción primario exportador y extractivo, en el que se invisibiliza a la población campesina bajo la lógica global de trabajadores del campo.



[1] Mondragón Báez, Héctor Hernán. (2002). Cuadernos de Tierra y Justicia 7: La organización campesina en un ambiente de terror. Bogotá, Colombia: ILSA-IDEA-IER. Página 5.